Todos
aspiramos a superarlas definitivamente, olvidando que están ahí
porque las necesitamos en esta parte de nuestro camino, cumplen una
función, así que lo mejor, para empezar, es la brutal sinceridad de
reconocer su utilidad sin compadecernos de nosotros mismos ni
sentirnos victimas impotentes, aceptando su papel en nuestro día a
día.
Y
en nuestro pasado, dar gracias a que estuvieron ahí en determinado
momento y esa fue la mejor solución posible dado como eramos
entonces.
Pero
Ojo! si caes en justificarte y dis-culparte ya no sirve.
Quédate
en el paso anterior: reconocimiento y agradecimiento.
Observa,
reflexiona y descubre que beneficio secundario te aporta ese
cigarrillo, esa copa, ese chocolate de más, esos litros de café.
Céntrate
en eso y empieza a percibir tu adicción de modo menos negativo y a
darle “su espacio”, ni más ni menos, solo ese.
Disfrútala
más pero sin engañarte.
No
es buena para ti, no es una muleta que necesitas para andar de modo
temporal, es una escayola para un hueso roto, para una herida del
alma.
Permítete
seguir usándola, pero consciente de que estás convaleciente, te
estás sanando poco a poco, la estás acotando y cada vez te hace
menos falta, cada vez te sientes más capaz de seguir adelante sin
ella, pero ahí sigue, la quitarás en el momento preciso.
Ahora
viene el paso más difícil: El no hacer
Para
transformar quienes somos hasta el punto de no necesitar esa adicción
que hasta ahora ha sido un fiel compañero de viaje es importante
enfocarse cada día en ser felices, reírse de uno mismo, erradicar
el juicio, la condena y la culpa del "ya he caído otra vez".
Permítetelo.
El
pensamiento clave del que debes deshacerte, es ese empeño en "tengo
que dejar de… (nombre adicción)" .
Una
vez que definiste la parcelita de tu vida que dejas en sus manos, ya
no es un tema por resolver al que darle vueltas, olvídate, deja de
empeñarte en sacártela de encima una y otra vez y fracasar una y
otra vez.
Despreocúpate.
Se
irá por si sola cuando hayas curado aquello de lo que es síntoma.
Si
dejamos de enfocarnos en la adicción, de prestarle atención, un día
descubriremos que ya no está.
En
esta fase, la clave es evitar el apego.
Los
auténticos cambios ocurren por si solos. Mágicamente se cuelan en
nuestra vida por la puerta de atrás, sin que los veamos entrar, son
sutiles, casi imperceptibles. Un día te paras y te sorprendes al
comprobar que ya tomas té verde en el desayuno en lugar de café, y
no recuerdas con exactitud cuando o como ocurrió. Así es como las
pequeñas adicciones incontrolables desaparecen de nuestra vida.
Años
empeñándonos de todas las maneras imaginables, sin conseguir más
que éxitos parciales y recaidas, y luego, sin saber como ni por qué,
ocurrió sin que nos percatáramos de ello.
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