El Chamán
me dijo:
- Tenéis que mudaros a vivir al campo -
Un trabajo de sicopompo en casa para esto?
Todo mi ser
urbanita se reveló contra esa idea, ¡Aislada en el campo!!!
NOOOOO!!! Moriré
Soy amante de la soledad de la ciudad, donde te a-islas
o relacionas a voluntad
-Sabes que a veces, los
mensajes no hay que interpretarlos de forma literal – dijo el Chamán.
Con el firme convencimiento de que es posible tenerlo todo
me mudé al campo sin cambiar de residencia.
Ahora,
bajo cada mañana a hacer chi kung al Olivo de
mi jardín,
ese, al que no he de regar,
podar ni cuidar,
que ya se ocupan los
jardineros del ayuntamiento.
El tráfico de la ciudad aún no ha despertado,
me
acompaña de fondo el trinar de multitud de pájaros, juraría que salen de la
antigua guardería, en serio, los cristales de las ventanas están rotos, así que
es posible que hayan hecho de ella su hogar una bandada de estorninos.
De vuelta a casa, sentada al ordenador, de fondo,
sonidos de la naturaleza tras una tormenta, y cuencos de cuarzo, maravillosa
combinación, que mantiene la conexión mientras me zambullo en números, cuentas,
letras y mails.
Por la tarde, tras nadar en la piscina, esa que yo no
tengo que limpiar, ni pagar el agua de mi bolsillo, bueno, parte si, por vía de
los impuestos municipales y los 50€ del pase, pero no he de pasarle la
barredera, ni quitar las hojas, ni limpiar, ni andar pendiente del cloro.
Una ducha fría, y, de vuelta a casa, paseo descalza
por el césped:
Primero, sauces llorones,
…luego pinos, mis favoritos para la lectura,
La última parada, ya con la espectacular puesta de sol
al fondo, el árbol de las cosquillas,
…y descubrir, pequeños tréboles creciendo en el tronco
de una palmera que yo no tuve que podar