domingo, 18 de agosto de 2013

Me mudé a vivir al campo... sin salir de la ciudad

El Chamán me dijo: 

     - Tenéis que mudaros a vivir al campo -

Un trabajo de sicopompo en casa para esto? 



Todo mi ser urbanita se reveló contra esa idea, ¡Aislada en el campo!!! 

NOOOOO!!! Moriré

Soy amante de la soledad de la ciudad, donde te a-islas o relacionas a voluntad
      -Sabes que a veces, los mensajes no hay que interpretarlos de forma literal – dijo el Chamán.

Con el firme convencimiento de que es posible tenerlo todo me mudé al campo sin cambiar de residencia.

Ahora, 
bajo cada mañana a hacer chi kung al Olivo de mi jardín, 
ese, al que no he de regar, 
podar ni cuidar, 
que ya se ocupan los jardineros del ayuntamiento.


El tráfico de la ciudad aún no ha despertado,
me acompaña de fondo el trinar de multitud de pájaros, juraría que salen de la antigua guardería, en serio, los cristales de las ventanas están rotos, así que es posible que hayan hecho de ella su hogar una bandada de estorninos.

De vuelta a casa, sentada al ordenador, de fondo, sonidos de la naturaleza tras una tormenta, y cuencos de cuarzo, maravillosa combinación, que mantiene la conexión mientras me zambullo en números, cuentas, letras y mails.

Por la tarde, tras nadar en la piscina, esa que yo no tengo que limpiar, ni pagar el agua de mi bolsillo, bueno, parte si, por vía de los impuestos municipales y los 50€ del pase, pero no he de pasarle la barredera, ni quitar las hojas, ni limpiar, ni andar pendiente del cloro.

Una ducha fría, y, de vuelta a casa, paseo descalza por el césped:

Primero, sauces llorones,

…luego pinos, mis favoritos para la lectura,


La última parada, ya con la espectacular puesta de sol al fondo, el árbol de las cosquillas,


…y descubrir, pequeños tréboles creciendo en el tronco de una palmera que yo no tuve que podar


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